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2.7.14

Los beneficios de los MNRF para la vida matrimonial

Llevo trece años casado con la mujer más excepcional del planeta. Esa es la parte fundamental; pero si a esto le añadimos el conocimiento de los Métodos Naturales de Reconocimiento de la Fertilidad y su vivencia continuada, según las distintas fases de nuestra relación, desde 1996, entenderán por qué estoy en disposición de contarles lo que nos han aportado como pareja.

Nos consideramos unos auténticos privilegiados. Mis padres, Ramón Muñoz y Nieves Cruz, aprendieron el método sintotérmico recién salido del horno, allá por el año 1985, de mano de D. Antonio Montaño Barrientos, médico de familia, neocatecumenal y a la sazón primo hermano de mi madre. En 1986 hicieron el curso de Monitores y cuatro años después (1990) fundaron junto con un grupo de monitores extremeños la asociación ConNafer para su difusión y enseñanza. Por aquel entonces yo tenía doce años.

Como ven, en ese momento de la vida en que "uno se empieza a alegrar de haber nacido", en esa difícil etapa de la adolescencia y el despertar a la sexualidad... yo a veces me tragaba charlas divulgativas, o veía cómo mis padres enseñaban a otros lo métodos naturales, hablando con total naturalidad de temas que en otras familias resultaban cuanto menos oscuros.



Así es como, en mi caso, los MNRF han sido siempre una opción natural, válida y legítima, además de acorde con las enseñanzas de la Iglesia. No fueron en el caso de mis progenitores algo 'impuesto' sino 'todo un descubrimiento'. Tan importante y tan satisfactorio como para querer compartirlo con los demás; tan secreto y tan poco conocido como para querer difundirlo y defenderlo.

Hemos heredado este empuje igual que -desgraciadamente- hemos heredado también el mismo ambiente social contradictorio, el mismo desconocimiento y casi los mismos prejuicios. Aprendimos los métodos siendo novios e hicimos el curso de Monitores de sintotérmico antes de casarnos. En la actualidad somos nosotros miembros de ConNafer y nos dedicamos a su difusión (fundamentalmente a través de cursos de preparación al matrimonio) y a su enseñanza a todos aquellos que están interesado.

Por tanto, ahora sí, puedo empezar a enumerar los motivos por los cuales considero que mi novia, mi mujer y yo hemos disfrutado de una vivencia de la sexualidad positiva y plena:


0. Los MNRF hacen que nuestra fecundidad sea cosa de los dos (nos hacen vivir la corresponsabilidad).

Antes de nada, los MNRF no tienen sentido sin la corresponsabilidad. No sirven para la 'fiebre del sábado noche', pero son tremendamente útiles si existe un compromiso conyugal, en fidelidad, en ausencia de ITS y bajo el prisma de un proyecto común.
Compartimos una dimensión de nuestra vida familiar: la fecundidad. Y aprendemos a administrarla de modo conjunto sin que la responsabilidad caiga de lado de uno o de otra. Es cosa de ambos, nos interesa mucho a ambos, y requiere la implicación de ambos.
El hecho de que los síntomas que observamos se den en el cuerpo de la mujer es interesante porque facilita sin duda la experiencia. Ellas son más constantes, más responsables en las rutinas, más observadoras y metódicas (al menos la mía lo es).
Nuestra manera de amar requiere que estemos más pendientes de comunicar, de agradar y de supervisar.

¡Y ya tengo moco fértil! - avisas. Te lo dije ayer, que hoy tendría...
¿Te has tomado la temperatura? (Ya sé que sí, siempre lo haces). ¿Qué tienes?
Te noto con la temperatura alta... déjame que te observe el cuello del útero.
¡Vaya conversaciones que nos traemos, ¿verdad?! 


1º. Los MNRF nos enseñan el respeto mutuo desde nuestra corporalidad (nos educan).

Porque cuando uno lee la naturaleza inscrita en el cuerpo de su mujer, su ritmo biológico, y comprende que la fertilidad es combinada, que ha sido milimétricamente concebida... que existen periodos fecundos e infecundos que no podemos dominar a nuestro antojo sin dejar de ser lo que somos, entiende que hay algo sagrado en la reproducción humana, y que cada vida es un verdadero milagro.

La teología del cuerpo se comprende y se vive muy bien. Los usuarios de MNRF aprenden a identificar su ser persona, su 'yo', desde el propio cuerpo. Porque no somos ángeles, no nos caímos del cielo, como dice la canción. Se vive así desde la limitación humana, pero también desde su grandeza.
¡Te quiero! Mi cuerpo quiere a tu cuerpo, porque yo no soy cosa diferente a mi cuerpo y tú eres en tu cuerpo. Y respetamos cómo estamos hechos, cómo somos, y cómo queremos querernos en cada caso.

Así, cuando nos casamos, nos apropiamos mutuamente de la naturaleza del cuerpo del amado. Cuando mi mujer está fértil, yo estoy fértil... ¿no hemos dicho que la fertilidad es combinada? Si yo no fuera permanentemente fértil, tu periodo fértil no tendría sentido. Por tanto, nos complementamos; estamos unidos por nuestra misma naturaleza. Somos un solo cuerpo. Y como nadie en su sano juicio maltrataría, maldeciría o despreciaría su propio cuerpo... vivimos desde el respeto mutuo, nos amamos mutuamente, aún cuando nuestros cuerpos condicionan a veces nuestros deseos o impulsos.

Te quiero, te deseo, te prefiero. Te escogí a ti y me entregué; me escogiste y te entregaste a mí. Soy tuyo y eres mía, aunque antes de tenerte debo contar siempre con la renovación de esa entrega y ese compromiso. Quiero tenerte y ser contigo una sola carne, aunque no siempre puedo lograrlo. Sigo siendo un humano, con mis debilidades y limitaciones. Experimento que a veces tampoco puedo dominarme a mí mismo, porque soy un pecador, pero estamos juntos para ayudarnos y caminar juntos este hermoso camino que es la vida. Respetar tu cuerpo me ejercita para respetarte siempre.


2º. Los MNRF nos hacen sexualmente libres (son verdad).

"La verdad os hará libres" (Jn 8,32). Los MNRF son verdad porque no hacen otra cosa que reconocer la verdad inscrita en nuestra fisiología. Los métodos no mienten. No hay 'error' en los MNRF porque cuando hablamos de fiabilidad o de "eficacia" orbitamos en un concepto que les debe ser totalmente ajeno (el de la anticoncepción). Por supuesto, son efectivos. Muy efectivos, tanto para evitar la concepción si así lo decidimos como para lograrla si nos lo proponemos. Sin embargo, hablaremos más tarde de esta eficacia técnica o mecanicista.

El caso es que el autoconocimiento de las fases fértiles es una mera herramienta en nuestras manos. Nos hace más libres para decidir cuándo es el momento de buscar un embarazo o de aplazarlo. Nos posibilita vivir la sexualidad libremente, porque la libertad va de la mano de la responsabilidad y, así, nos hace en definitiva más humanos.

Esta es la auténtica "libertad sexual" y  no otros tipos de libertinaje. Porque la libertad es la capacidad para elegir el bien. Y el mayor bien en cuanto a la vivencia del sexo es integrarlo en una donación plena, íntegra, amorosa y recíproca. Un amor completo, sin reservas, para siempre, en cuerpo y alma, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. En toda situación, vaya, incluyendo todos los periodos del ciclo.

Mi libertad sexual no consiste en acostarme con nadie más que contigo, sino en ser capaz de entregarme totalmente a ti, de amarte de todos los modos posibles. Soy libre porque puedo amarte y ser feliz sin que la sexualidad se convierta en un problema. Somos libres porque, cuando así lo elegimos, podemos buscar un embarazo con todo el conocimiento de causa que Dios nos permite, propiciando un encuentro amoroso el día de mayor fertilidad, cuidando no sólo la fisiología sino cada detalle, pues sabemos que la nueva vida será fruto no de un espermatozoide y un óvulo, sino de nuestro amor, que es reflejo de aquel otro Amor que pensó en nosotros y nos unió para siempre.

También se nota la libertad en la ausencia del miedo al embarazo y en la sensación de estar viviendo la sexualidad en plenitud, integrada de forma natural en lo cotidiano. La fecundidad deja de ser un problema para convertirse en una vivencia siempre positiva, de uno u otro modo. Un regalo.


3º. Los MNRF nos hacen sentir amados tal y como somos (suben la autoestima).

Y en este punto hay que distinguir dos grandes amores:

Amados por Dios. Porque no nos ha hecho mal; porque somos una obra de arte divino; porque nuestros cuerpos son maravillosos tal y como son, sin que tengamos que violentarlos o mejorarlos artificialmente. Los métodos anticonceptivos son siempre artificiales y reflejan, en el fondo, la consideración de que Dios se ha equivocado en el diseño. No: Dios no se ha equivocado al asociar la entrega sexual y la fertilidad. El amor y la entrega sexual. Es decir, el amor y la fertilidad.
Porque así, en la perspectiva adecuada, los hijos son realmente la materialización del amor de los esposos.
Dios nos ha llamado a la vida a través del amor de nuestros padres, y nos invita a transmitir ese don, que es el más preciado que tenemos. Y nos quiere tal y como somos, con estos cuerpos, con esta sexualidad, con esta fertilidad cíclica y combinada. Por algo será.

Amados por el ser amado. Porque nos conocemos más. Sabemos cómo funcionan nuestros cuerpos de forma natural y nos queremos igual. Lo vemos en cada ciclo y en cada fase. Seguimos sorprendiéndonos cada vez que sube la temperatura 'como por arte de magia' o con los miles de detalles cotidianos en la observación de síntomas.

Cuando digo 'cómo me gustas', 'te deseo'... 'hoy estás increíble'... sólo tú y yo sabemos por qué te lo digo y cómo espero que respondas. El vocabulario se enriquece. Los factores se multiplican, porque puede ser que hoy me refiera a ese moco fértil filante, lubricante y transparente que he encontrado en ti y que me habla de tu fertilidad. Aún a sabiendas de que esta noche no podremos amarnos tal y como nos invitaría el impulso sexual y tendremos que vivir la castidad (esto es, deberemos seguir preparando nuestro próximo encuentro). O tal vez por otras muchas cosas... pero al conocer y compartir esos signos y su interpretación, sabrás recibir el amor que te tengo hoy según cada circunstancia. Te sentirás querida, valorada, respetada. Y sabrás que ese amor es hacia ti sólo por ti, sin aditivos ni distinciones.

Esto hace que uno ame y se sienta amado de mil maneras, pero siempre desde el propio ser, tal y como uno es. ¿Acaso puede haber algo más satisfactorio?
Evidentemente, sentirse querido en todas las circunstancias hace que nos queramos más a nosotros mismos. Sube nuestra autoestima. Volvemos a estar 'alegres de haber nacido', y disfrutamos plenamente de nuestros cuerpos.

· Siempre existe el argumento de que lo 'natural' es antiguo, prehistórico, arcaico. Es el mismo que el del maquillaje, que perfecciona el aspecto del rostro haciéndolo más atractivo, más evolucionado, mejor.
Sin embargo, cuando hablamos de fertilidad, tal argumentación tiene varias réplicas importantes. Primero, porque la fertilidad no es algo negativo, no es una enfermedad que tengamos que remediar. El corazón humano está inclinado hacia el deseo de la paternidad y la maternidad. Segundo, las alternativas que tenemos a los MNRF (la anticoncepción o el abandono del ejercicio de la paternidad responsable) no son infalibles, motivo por el cual convierten a sus usuarios en esclavos bajo la tiranía de la eficacia, con consecuencias trágicas como la no aceptación del concebido o, en el peor de los casos, la intención de abortar. Por último, si bien podemos decir que el maquillaje funciona, ¿a quién no le gustaría tener tal belleza natural que no necesitara artificio alguno? Pues bien: los cuerpos masculino y femenino son perfectamente hermosos tal cual, sin hormonas, plásticos ni cualesquiera otros artificios.


4º. Los MNRF ayudan a mantener viva la llama del deseo (¡nos queremos más!).

Es un hecho: siempre deseamos más aquello que no poseemos. Y, tristemente, esto también es válido - aunque de forma parcial - para el cuerpo de nuestra mujer.
Sabemos que una de la mayores dificultades de la vida matrimonial es el riesgo de caer en la rutina, en la monotonía del día a día y en el cansancio del ajetreo diario. Cuando no es el trabajo es el cuidado de los hijos o las mil y una complicaciones de la vida del siglo XXI.

Por eso, descubrir que los ritmos biológicos introducen periodos en los que hay que amarse de manera diferente avivan tensión sexual, el deseo del otro. Es sorprendente cómo bastan apenas unos días de fertiilidad, de 'prohibición del libertinaje sexual', para que al compás del mayor impulso sexual debido a la continencia, crezca también un deseo mayor de amar con el cuerpo.

En principio puede parecer un poco animal. Afloran los instintos. Pero basta compararlo con el hambre o con la necesidad de respirar. Nuestra fisiología nos ayuda, si sabemos encauzarla.

El día en que, tras una semana sin mantener relaciones, tú y yo sabemos que esta noche podremos volver a hacernos sentir como una sola carne, a disfrutar del regalo del amor corporal, a poner todo nuestro cuerpo y todo nuestro empeño por hacer feliz al otro... ese día de cada treinta nuestro matrimonio está de fiesta y vuelvo a dar gracias a Dios por haberte puesto en mi camino. 


5º. Los MNRF nos ayudan a distinguir entre amor y sexualidad (fomentan una sana castidad conyugal).

Pero es que además, sin contradecir lo anterior, el obligado respeto al cuerpo del otro y la continencia periódica sirven para descubrir que podemos amarnos (y debemos amarnos en muchas ocasiones) olvidando la expresión sexual del sentimiento amoroso.

De hecho, la mayor parte de la vida nos la pasamos amando a nuestra pareja sin expresar mayor sexualidad que nuestra propia diferencia ontológica (que no es poco). Por regla general, los momentos de encuentro amoroso, de excitación, de pasión... ocupan una fracción muy limitada de nuestro tiempo.

Aún más, cuando nos vemos en la coyuntura de tener que dedicar el tiempo y el espacio normalmente reservados a las relaciones íntimas a cualquier otra cosa, volvemos a vivir esa sensación propia del noviazgo que nos habla de que el otro es una persona interesante por muchas otras cosas, no sólo por nuestra sobradamente testada complementariedad sexual.

Nuestro mundo está acostumbrado a satisfacerlo todo al instante. Lo quiero y lo quiero ya: exprés, automático, preconcedido, directo, instantáneo. Cuesta entender que haya que reservarse o posponer. Pero hay un gozo especial en reconocerte como sabrosa y notar que te poseo simplemente porque estás a mi lado. Eres como el agua: no la valoramos porque sale del grifo, hemos perdido la satisfacción de beber de un manantial que brota fresco después de una intensa caminata. La sexualidad se vuelve auténtica cuando revivimos la conquista y el enamoramiento mutuo.

La castidad conyugal a la luz del conocimiento de los MNRF consiste en amar íntegramente al otro, en cuidar y preparar cada encuentro amoroso como expresión de ese amor. No es una vaga redundancia, sino un reto permanente: primero amar y después expresar sexualmente el amor.


6º. Los MNRF nos permiten vivir con coherencia moral las enseñanzas de la Iglesia (y nos evitan problemas de conciencia).

Desde el punto de vista religioso, vivir la sexualidad desde los MNRF aporta al matrimonio cristiano un bien incomparable: ser fieles a todas las enseñanzas de la Iglesia Católica.
La fidelidad al Magisterio es para un católico un reflejo de la fidelidad al Evangelio. En ambos casos existe el peligro de tomar un 'cristianismo a la carta'. Pero el problema de hacerlo es que una vez cruzado el límite del descarte, ¿por qué no descartar aquello 'con lo que no estoy de acuerdo'?¿Aquello que me incomoda o que me resulta más difícil de vivir? ¿Por qué no dejar como un mero ideal lo que me parece menos importante o moralmente intrascendente?

Para los que somos católicos convencidos y queremos ser coherentes con nuestra fe es importante que no haya grietas ni fisuras. ¡Es el mismo Dios quien nos habla por su Iglesia! Una Iglesia equivocada nos lleva a un Dios equivocado, y éste a un Dios inexistente o demasiado lejano.
Por el contrario, un Dios que nos ama y que desea nuestra bien está detrás de una Iglesia madre que nos guía y que nos propone una moral. ¿Qué es la moral sino aquello que nos hará feliz? Es moral porque procede de Dios, y es eso lo que Él quiere: que seamos felices siguiendo el camino recto.

Y para la Iglesia Católica la doctrina es clara: los únicos métodos líticos en el ejercicio de la paternidad responsable son los métodos de reconocimiento de la fertilidad. Conocer cómo Dios nos ha hecho para respetar cómo Dios nos ha hecho. Las tres finalidades de la sexualidad humana quedan así perfectamente integradas en los MNRF. ¡Y a disfrutar amando!

Además, pocas cosas - además de la administración de los bienes materiales - requieren tan alto grado de mutuo acuerdo como la decisión del modo de vivir la sexualidad en el matrimonio. Debe ser terrible tener que confesarse (o no hacerlo) por un pecado manifiesto y compartido, precisamente cometido junto a la persona que más amas.

Mi vocación al amor se hace verdad, primero, en ti. Yo te veo tal y como Dios te ha pensado, y por eso creo que eres maravillosa. Dios nos ha unido y nos ha hecho capaces de amarnos. Nuestro matrimonio es sacramento porque Él es cómplice de nuestro amor. Cuando te tengo puedo tocar el cielo. No hay pecado alguno en el amor carnal así entendido; al contrario, nuestros cuerpos nos ayudan a elevar el espíritu y el abrazo conyugal sirve para que estén aún más unidas nuestras almas.


7º. Los MNRF nos enseñan a aceptar la voluntad divina (nos sirven para vivir la Providencia).

A la vista queda: una nueva vida es siempre un milagro.
Cuando uno aprende que, aún respetando todas las recomendaciones médicas e identificando el día más fértil del ciclo, la probabilidad de embarazo es de apenas alrededor del 25% se da cuenta de que ciertamente la 'eficacia' en términos mecanicistas deja de tener sentido.

Añadamos, además, lo relativo al desarrollo del embrión y del feto, la anidación,... ¡qué gran milagro!
Sólo puede haber una conclusión: toda vida procede de Dios.

Él tiene la última palabra. Tanto si hemos decidido buscar el embarazo como si pensamos posponerlo, cumplamos o no las normas del método... o nos abandonamos a la providencia divina o nos estamos equivocando.

Tú y yo sabemos que, si Él quiere, puede hacerlo, aunque respetemos totalmente las normas del método (que lo hacemos). Siempre le queda el 2% como excusa. No es una preocupación, porque si es su voluntad que tengamos un hijo más no nos va a dejar solos en su crianza, en su educación o en sus necesidades. Igualmente, sabemos que cada uno de nuestros cuatro hijos son tan suyos como nuestros.


8º. Los MNRF transforman la búsqueda del embarazo en una aventura.

Llegados a ese punto en que los esposos deciden, con mayor o menor determinación, que buscarán concebir un hijo, los MNRF se convierten en una ayuda inestimable.

En la actualidad son cada vez más las parejas con problemas de fertilidad. Nosotros hemos vivido las dos situaciones: desde el embarazo a la primera hasta la ausencia de embarazo durante prácticamente dos años.
Siempre unido al respeto de la voluntad divina, lo cierto es que es muy diferente intentar concebir a ciegas (¡algo casi equivalente al tiro al plato con una venda en los ojos!) que hacerlo a través del reconocimiento de la fertilidad. En cualquier caso, si lo que se pretende es una manipulación egoísta o nos dejamos arrastrar por un deseo exacerbado... el asunto terminará siendo un calvario.

Pero si nos dejamos arrastrar por la fuerza del amor...

Aquel día era nuestro aniversario. Sabíamos que era un buen momento. La forma en que recibiste mi ramo de rosas confirmó lo que sospechábamos. Y el modo en que nos amamos entonces se convirtió a la postre en el mejor regalo que los métodos nos han hecho: concebir un hijo siendo conscientes de la grandeza del momento.

Anecdóticamente, mencionaré la pequeña ventaja de poder aumentar la probabilidad de concebir un hijo o una hija. Aunque no es mucho lo que se inclina la balanza, con la ventaja de que siempre confiamos en la voluntad divina, sí que es lícito intentarlo.


9º. Los MNRF ponen a la ciencia al servicio de la razón y del bien de nuestro matrimonio.

La metodología científica implícita en los MNRF son un bello ejemplo de cómo la ciencia, la razón y la fe no sólo son compatibles sino que se complementan para dar sentido a nuestra vida.

Sin ánimo de extenderme (pues no pretendo hacer filosofía ahora) únicamente pondré de manifiesto que el apostar por los MNRF es, sencillamente, inteligente, lúcido y sensato.

¿Quién no consultaría hoy día el pronóstico del tiempo antes de salir de viaje? Disponemos de predicciones para cada hora, con porcentajes de éxito abrumadores. ¿Quién saldría todos los días con paraguas a la calle "por si llueve", independientemente de la estación del año que sea? Pues en lo sexual "hay quien se pierde amaneceres preciosos porque nunca ha contemplado otra posibilidad más que la de llevar un paraguas permanentemente por miedo a mojarse". ¡En pleno siglo XXI!


10º. Porque las listas quedan mejor con diez...

Podrían buscarse más beneficios (pues los MNRF son baratos, ayudan a la detección precoz de enfermedades ginecológicas, sirven para el diagnóstico del embarazo, no tienen efectos secundarios...), o podría haber listado menos (sólo las especialmente relevantes). También podría hacerse una lista con las dificultades o los inconvenientes encontrados (desde los esfuerzos por vivir la castidad o los problemas puntuales con los estados febriles hasta el aumento del deseo sexual en los días fértiles). Existen algunas por ahí.

Pero yo quisiera concluir con un par de reflexiones. La primera: que los MNRF no son la panacea. No creo que sirvan para solucionar todos los problemas, aunque hemos vivido de cerca experiencias hermosas a raíz de su aprendizaje (de acercamiento a la fe y a la Iglesia, por ejemplo). Sí creo que, como todo aquello que es auténtico, verdadero y moral, pueden ayudar a construir una vida matrimonial mejor.

Y para terminar, una última: no existe ninguna alternativa mejor. La cuestión de la vivencia de la sexualidad es ineludible para la pareja, sea cual sea. En ocasiones se convierte en un pecado manifiesto. Otras veces en un problema aparentemente insufrible.

No nos hemos casado con el método sintotérmico. ¡Los MNRF son sólo métodos! Seguramente en el futuro existan otros, cada vez mejores. Lo importante es la postura de la que parten: el respeto al diseño humano de la fertilidad, que lleva implícito también una forma de relacionarse y de ejercer la paternidad responsable de cara a Dios. Dejarse iluminar por la luz divina a través del conocimiento científico. He ahí su grandeza.