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5.6.15

Demasiado sexo... en el lugar equivocado.

Lo tengo decidido. Lo de ayer fue la gota que colmó el vaso. A partir de ahora rebajo el listón de las recomendaciones de edad y consideraré que los contenidos de +16 son lo suficientemente dañinos y/o soeces como para desecharlos directamente. Siempre he defendido que aquello que puede lastimar a un menor (los etiquetados como "+18") sin duda minan las conciencias de todos, por muy adultos y maduros que seamos, y nos vuelven insensibles hacia la violencia, el odio extremo, el sexo, los gestos obscenos, el lenguaje inapropiado y todo aquello que evitamos a nuestros hijos (fomento del consumo de drogas, violencia sexual, comportamientos machistas, antideportivos, etc.etc.).

La gota a la que me refiero cayó en esa hora al final del día en la que buscamos un descanso intelectual. La TV a la carta ha cambiado totalmente las costumbres en esto... con su parte positiva y su parte menos positiva. Ahora la aventura es "encontrar" algo que te guste, o que por lo menos se deje ver. Porque seamos sinceros: los contenidos son cada vez más soeces, más cargados de pansexualismo, más inapropiados. En los últimos meses mis contenidos se han limitado a las series policíacas de tipo deductivo (Elementary, Castle...), con algo de sangre y otros tejidos pero poco nauseabundos. Pero como las temporadas son limitadas y las opciones se agotan nos dio por poner una serie que "pintaba bien", de temática con trasfondo musical. La excusa es una como otra cualquiera: una oboísta recién llegada a Nueva York.

Pero mira tú por dónde en menos de dos minutos ya dio el cante. El primer capítulo "piloto" se inicia con la protagonista (instrumento en mano) dando clases particulares a un niño adolescente (móvil en mano). Le dice que estudie para un concierto. No recuerdo exáctemente cómo pero el niño abandona la escena y ella coge su móvil: "Ójala mi pene fuera un oboe". ¡Vaya por Dios! ¡Cosas de la adolescencia!??
En un alarde de generosidad - y puesto que la escena siguiente es la de un concierto barroco - le doy una oportunidad. Craso error.
La oboísta conoce a la chelista y salen después del concierto a tomar una copa a un bar. Bromean sobre el culo del camarero (bueno está) y de repente sin venir a cuento la susodicha empieza a hablar de las diferencias en los comportamientos sexuales de violinistas, percusionistas... ¡y hasta ahí! Porque evidentemente a mi edad no necesito más para saber que los guionistas aprovecharán cualquier excusa para seguir dotando a la serie de semejantes reclamos del eros, ni quiero ver imágenes de sexo pseudo-explícito [que es el que ponen ahora y que únicamente ocultan los genitales para evitar la catalogación como "pornografía"].

Conclusión: la música clásica no es lo suficientemente interesante. Hay que mezclarla con sexo para que la audiencia la trague y se enganche a la serie. ¿Será que a base de tanto erotizar los contenidos la audiencia está tan acostumbrada a eso que lo echaría en falta?

Pues qué queréis que os diga... una pena. Yo no quiero aclimatarme a lo que pretenden echar a mi cerebro (+16). Seguiremos buscando.