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21.7.23

Educación "antifascista" ante el 23J

Leo con sorpresa un artículo de El País en el que se afirma que "la educación o es antifascista o no es educación". Y no sería llamativo si no fuera porque el término "fascista" no lo utiliza para referirse a los regímenes totalitarios del periodo de entreguerras sino como insulto falaz contra los partidos y las políticas de derecha o "ultraderecha" [etiqueta esta última que acepto de buen grado - igual que la de "ultracatólico" - aunque preferiría la de "ultraconservadora", que creo que corresponde más a nuestro enfoque].

El artículo lo firma Enrique J. Díez, un profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León, abiertamente afín a las ideologías de "extrema izquierda". Pero el tono es el de un catedrático que dicta sentencia moral sobre lo que se debe o no se debe enseñar, en qué valores se debe o no se debe educar. A duras penas he conseguido leerlo hasta el final porque es una auténtica soflama de alegatos a favor de las políticas educativas ya conocidas pero enrabietadas ante la más que posible victoria de los adversarios en las urnas el próximo domingo.

Cito textualmente: "Educar en el antifascismo es educar en la diversidad, en la igualdad, en la inclusión, en la justicia social y los derechos humanos".

Muy bien. Entonces creo que tanto VOX como PP (y el resto de partidos de derechas que concurren a las elecciones generales en España) son partidos antifascistas. Aquí nadie pretende educar en contra de. Los valores universales y los derechos humanos no son cuestionados por ningún político sensato hoy en día.

Personalmente, estoy muy cansado de que esta gente proyecte sus propias inquinas sobre los adversarios políticos e ideológicos. Ataca sistemáticamente, una y otra vez, a todo aquel que no comulgue con las imposiciones sucesivas del progresismo más feroz, y hace atribuciones erróneas sobre los valores y principios que defienden los nuevos partidos que están triunfando en Europa, recuperando un espectro político que había sido abandonado por la derecha tradicional, arrastrada en la deriva de los planteamientos woke.

Educar en la diversidad consiste en respetar y reconocer las diferencias personales y sociales como un valor y una riqueza. Es importantísimo educar en el respeto a las personas altas y bajas, feas y agraciadas, de etnias diferentes, de pesos diferentes, enfermas o sanas, con gafas de culo de botella, etc.

Pero hablar de "diversidad" no es hacernos comulgar a todas con las ideas de los lobbies LGTB, ni de someternos, junto a nuestros hijos, a las doctrinas de la ideología de género. Por ejemplo, el estar obligados a pensar que una persona deba "autopercibirse" o no de una manera contraria a su sexo biológico con total naturalidad e impunidad.
Mucha gente en España respeta a los homosexuales y a los trans, pero hay mucho homosexuales y trans que no se reconocen en las "marchas del orgullo" luciendo determinado tipo de ropajes esperpénticos y haciendo alarde de comportamientos cuanto menos cuestionables (desnudez y consumo de alcohol en plena calle a las doce de la mañana, por poner un ejemplo menor).

Educar en igualdad supone considerar a todas las personas con los mismos derechos y libertades. Todas, sin excepción, puesto que todas tenemos idéntica dignidad. Pero la igualdad no significa unificarnos ni cosificarnos ni colectivizarnos. Los hombres no somos ni seremos nunca idénticos a las mujeres, pues además de absurdo es imposible. Pero en el siglo XXI debemos gozar de los mismos derechos; la educación y la sociedad debe evitar comportamientos machistas y feministas (que supongan cualquier tipo de maltrato o discriminación a unas y a otros).

Educar en la inclusión tiene que ver con evitar toda segregación o exclusión derivada de la falta de igualdad y respeto a la diversidad. Integrar e incluir no supone aceptar cualquier tipo de comportamiento ni tampoco homogeneizar a la sociedad. Es muy iluso y hasta infantil defender que en cada pueblo de España tenga que haber una mezquita, un templo budista y un tótem sagrado junto a cada iglesia. Esto no es inclusión sino dilución cultural e ignorancia. Una determinada sociedad puede permitir o no la inclusión de extranjeros en sus fronteras, o de determinadas clases sociales, o incluso de diferentes culturas y religiones. Pero no vivimos en un mundo feliz y "multicultural" en el que no existen fronteras y todos vivimos en paz, armonía y prosperidad. Así que, mientras tanto, para garantizar la igualdad existen las leyes.

En definitiva, no se puede hacer inclusión fuera de la legalidad, y esto es lo que no parecen entender los que llaman "racistas y xenófobos" a aquellas que pensamos que no debe permitirse a nadie (sea del color y la nacionalidad que sea) mantenerse en una situación ilegal o irregular.

Educar en la justicia social es reconocer que una sociedad avanzada no puede dejar nadie atrás. Que la solidaridad entre las personas y los pueblos es algo más que un acto caritativo sino que es justo que el que más tiene colabore más con la maquinaria social. Pero esto no significa que las políticas correctas sean las que fomentan una mayor presión fiscal con la excusa de recaudar más para prestar más o mejores servicios públicos, como si la izquierda fomentase la riqueza compartida y la derecha la riqueza de unos pocos. La riqueza procede de la producción y de la actividad económica, pero gestionarla de un modo u otro no implica negar la justicia social.

Educar en los derechos humanos es hacer una educación moral de mínimos. Es tener en cuenta el modelo de sociedad occidental alcanzado tras la victoria en la Segunda Guerra Mundial del bando aliado, con la libertad y propiedad individual, la democracia, el capitalismo y la política internacional como principales valedores. Pero no todos los países firmantes de la Declaración Universal han admitido, regulado y aceptado leyes "progresistas" como las del divorcio, el aborto, la eutanasia, la ley trans, el matrimonio homosexual, el ingreso mínimo vital, la reforma laboral, etc. etc. Leyes que según la izquierda "avanzan en derechos" y cuya derogación siempre es "un retroceso", otorgando a los primeros una superioridad moral indiscutible. No es cierto. A ver si ahora cualquier política de izquierdas se va a convertir en "un derecho humano".

Por tanto, amigos, una de dos: o todos educamos en el antifascismo y el argumento en sí es falaz, o más bien algunos quieren arbitrariamente que la educación siga un determinado modelo (totalitario) sin atender al resultado de las urnas (democráticas) arrojándose ellos mismos la autoridad para autodenominarse "demócratas" y considerar a los demás "fascistas".

Termino recordando que también los derechos humanos reconocen la libertad de educación y el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, opinión y expresión, así como al derecho a participar en la vida política.



El Sr. Díez ha escrito el artículo titulándolo "Educación antifascista más allá del 23J", lo cual deja claro que no importa el resultado de las urnas. No piensa respetar a una mayoría que no piense como él, como ellos. Nos tocará otra vez, con suerte, verlos salir a la calle a reivindicar la educación pública... y antifascista. En eso nos tienen desde hace tiempo tomada la ventaja.


6.7.23

Otra manera de hacer política es posible

En mi anterior entrada os comentaba lo difícil que los políticos nos lo ponen para votar en ocasiones. Y también os dije que os hablaría de "don" Víctor Sánchez del Real.

Creo que nadie conocía a este hombre hasta que en 2019 saltó a la palestra mediática por algunos discursos elocuentes como miembro de VOX, casi todos en programas afines de TV como "El Gato al Agua". Hay que reconocer que Víctor es un gran comunicador (si no me equivoco su empresa estaba relacionada con ese campo) y que cuando llegó a Extremadura como candidato por Badajoz causó muy buena impresión entre la militancia y los miembros de la ejecutiva que estábamos por aquel entonces en el partido.


En definitiva: la primera impresión con este hombre fue muy, muy buena.
Pero yo tardé poco, como un mes, en conocer sus formas. Quedé con él para comer para comentar mis inquietudes sobre cómo se estaba afrontando el proceso de campaña (él ya sabíamos que sería el candidato nº1 al congreso por Badajoz) y, en general, la deriva de VOX tras el aterrizaje de ciertos paracaidistas del PP.
Me escuchó. Pero parece ser que ya había congraciado con Ángel Pelayo en los tres últimos meses, dándose la circunstancia de que sus respectivas mujeres eran amigas de toda la vida. Ciertamente, la única relación que parecía tener él con Mérida era que su mujer es emeritense - una buena excusa como cunero, la verdad.

Pero entonces fue cuando, como os conté, vino Abascal a darnos aquel mitin que me animó a hacer un escrito. "Hemos venido a servir a España, no a nosotros mismos". El borrador de aquel escrito, que nunca publiqué, lo compartí con gente de VOX en Badajoz que pensé que era de mi confianza... y hubo la filtración de modo que llegó a la cúpula antes de que pudiera enviarlo por canales oficiales.

Estamos hablando de abril de 2019. Por aquel entonces Víctor y VOX- Badajoz eran ya prácticamente lo mismo (y así ha sido durante años).

Pasaron apenas unas horas desde la filtración hasta que recibí una llamada telefónica de Víctor Sánchez del Real. Su tono fue totalmente diferente al que conocía: absolutamente amenazante, de matón de patio de colegio, con malas maneras y una prepotencia soberbia. Me dijo:
- Que no sabía lo que había hecho.
- Que cesaba inmediatamente de todos mis cargos.
- Que los datos personales que incluía en el escrito (básicamente las relaciones de parentesco entre los miembros de las listas electorales, supongo) se iban a denunciar.
- Que me olvidara de cualquier relación con VOX, que iba a pedir mi expulsión de la militancia.

A raíz de aquello fue que Ángel Pelayo actuó con sus directrices para, por ejemplo, no permitirme ser apoderado en las mesas de Mérida. O para que algún otro indeseable del partido pretendiera impedir que fuera a una comida en Badajoz, tratándome poco menos que como a un apestado.

Como podéis imaginar mi decepción fue muy, muy grande. En los días sucesivos hasta el final de la campaña intenté reiteradamente hablar con unos y otros, asumir que había cometido un error importante en las formas, pero también reivindicar mis derechos según los estatutos. Un personaje como este que en realidad no tenía ningún cargo orgánico en la provincia no podía unilateralmente aplicarme sanciones de ese tipo. Escribí al comité de garantías, que me respondió al cabo de meses diciendo que el caso se cerraba sin consecuencias. 

Pero para entonces ya se me habían cerrado todas las puertas. Gran parte de la gente de VOX que me conocía personalmente me apoyó y me animó a seguir en el partido. "El tiempo pone a cada uno en su sitio" y es verdad. Lo cual no significa que tengamos que dejarnos pisotear y tragar con todo.

Cuando solicité mi baja del partido me llamaron desde Madrid. Una voluntaria muy maja y súper amable. No le quise aburrir con mis historias pero le pedí que, por favor, apuntara allí el nombre de una persona: Víctor Sánchez del Real. 

Desde entonces, informado él de tal circunstancia, me bloqueó en Whatsapp. Había estado leyendo mis mensajes sin responderme durante casi un año.
Y mi única relación con él ha sido algún mensaje en Twitter y los medios de comunicación.

Me parecía que su modo de comportarse, tanto en redes sociales como en el congreso o en los medios, no era aceptable. Yo pensaba... ¿soy el único que ve que estos no son modos de hacer política? ¿Será que estoy condicionado por lo que me pasó? ¿Representa de verdad este hombre a VOX?

Una imagen vale más que mil palabras:




Finalmente, llegó la noticia bomba: para el 23J Víctor no irá en las listas. Ni en la de Badajoz ni en ninguna otra. No os voy a mentir: no sólo me alegré sino que quise ver una nueva esperanza.
Aquel documento de baja donde estaba escrito su nombre ya no tiene sentido. 

¿Es posible otro modo de hacer política?
- El tiempo pone a cada uno en su sitio.

Así que de cada a futuro me planteo...
¿Se puede hacer política siendo amable, poniendo el diálogo por encima de la soberbia? ¿El adversario político puede no ser un enemigo sino alguien que busca el bien común pero con quien discrepo?
¿Pueden VOX y el resto de partidos cambiar los discursos?

Veremos.






27.5.23

¿VOXtar o no VOXtar? - Qué difícil nos lo ponen para este 28M.

 Nos pide Munilla en Sexto Continente que votemos en conciencia, los programas y no las personas. Pero me resisto a pensar eso de que "en política todo vale". Y os voy a contar un poco cómo funcionan los partidos políticos por dentro, o al menos lo que yo he encontrado. Veréis por qué digo que nos lo ponen difícil.

Como sabéis tanto en 2016 como en 2019 fui candidato de VOX en las elecciones generales. Pensé que era por fin un partido que representaría mis ideas y principios. Di un paso al frente pensando que con el compromiso político se puede construir una sociedad mejor.

¿Qué encontré? En 2016 el partido prácticamente "no existía" más que para unos pocos. Gente con ilusión que no se sentía representada por nadie. Pero tras el éxito de las andaluzas llegaron los paracaidistas, gente que apareció de repente y en poco tiempo quiso tomar las riendas. Gente "con experiencia". Es decir, "políticos profesionales" que, lamentablemente veo ahora que no venían a servir sino a servirse de.

El número 1 de la lista del cuerpo de paracaidistas es Ángel Pelayo Gordillo Moreno #eseesminombre. Este hombre era conocido en Mérida por haber sido concejal del PP. Se presentó en una de las reuniones de afiliados de VOX y dijo que "sólo venía a ayudar". Cuatro meses después era el candidato a la alcaldía de Mérida (mayo de 2019) y hoy se ha posicionado como número 1a la Asamblea de Extremadura.

Diréis... bueno, Daniel, pero será porque ha trabajado bien y ha recibido muchos apoyos de los militantes. Pues yo lo que puedo decir es que el único mérito inicial que tenía fue que su mujer era íntima de la mujer de Víctor Sánchez del Real, uno de los "grandes fundadores" pertenecientes al grupo más cercano a Abascal en Madrid y que vino de "cunero" a Badajoz para ser su único diputado actualmente. Esa es otra batalla que ya os contaré, porque al parecer en toda la provincia no había nadie que diera la talla... pero bueno. "La política es así".

El día que entendí que no había nada que hacer fue el de la visita de Santiago Abascal a Mérida el 16 de abril de 2019. 

Un año antes, el 8 de febrero de 2018, el presidente de VOX vino a dar una conferencia. Era antes del "boom", aunque se empezaba a oír hablar del proyecto. Había poco más de 60 personas en la sala y ahí me tenéis en un segundo plano, haciendo de técnico de sonido. 



Aquí no había políticos profesionales como candidatos sino dos profesores y un maestro. Aunque ahora parezca mentira, se hacía difícil encontrar candidatos que quisieran apoyar al partido públicamente.

¡Y entonces llegó el BOOM! ¿Qué pasó?

Pues mirad cómo había cambiado la cosa en la campaña electoral de 2019, sólo 13 meses después:


Como no se cabía pusieron una pantalla en los exteriores:

Muy bien. Aquel era el acto más importante de la campaña de VOX Badajoz. Ángel Pelayo no aparecía en las listas, aunque ya era muy amigo de Víctor y le acompañaba a todas partes en la campaña.
Abascal habló aquella vez de que hacía falta gente comprometida, con honor, que viniera a servir a España y no a sacar provecho de la política.

Terminó el acto y entonces... hubo una auténtica estampida. Pelayo me saltó por encima, con los ojos desencajados y a codazos consiguió llegar a la foto para ponerse al lado de Abascal. Fue tan desagradable que en ese momento pensé, "vaya asco". La foto ni siquiera fue publicada, que yo sepa.

Una semana después se anunciaba que este hombre sería candidato de VOX a la alcaldía de Mérida.

Causó tal decepción en mí que escribí al Comité Ejecutivo Nacional una misiva alertando de la situación del partido a nivel provincial, al tiempo que José Antonio Moreno (ex-diputado del PP y paracaidista, presentaba su lista en lugar de la elegida por el comité provincial). 

Nunca sabré hasta qué altas esferas llegó mi escrito (a Ortega Smith seguro porque se lo mandé directamente a su móvil), pero el caso es que tuvo un efecto tan inesperado como aclarador: me cortaron la cabeza. Fui señalado dentro del partido como "insurrecto" y el propio Víctor Sánchez del Real me llamó para amenazarme con llevarme a los tribunales por dar datos personales. Ahora me río, pero entonces lo pasé mal.

Mi coherencia hizo que me quitaran de las listas en la repetición de las elecciones y que incluso Pelayo actuara para impedir que fuera como apoderado a una mesa electoral.
Desde entonces, tras darme de baja como afiliado, di un paso atrás y comprendí que "la política es así".

¿Entienden ahora mi desafección por el voto? 
Puedo seguir pensando que prefiero el programa político de VOX a nivel nacional que el de cualquier otro con representación. 
Pero es que... se me hace TAN cuesta arriba votar a esta gente que vino sólo a "hacer política" mediante el método de quítate-tú-que-ya-voy-yo.

¿Cómo voy a votar a un proyecto encabezado por alguien así, o por su prima (quien literalmente está en las listas y encabeza las municipales en Mérida por serlo)?

Sinceramente, me dan ganas de volver a votar en conciencia, pero a "Fe y Vida" o a "PUM+J".
Es lamentable constatar que estamos en una partitocracia en la que mandan unos pocos y el resto a tragar.

Ya opiné hace tiempo que VOX estaba errando el tiro. Y ojalá llegue el momento en que cambie, aunque leyendo noticias por toda España que me hablan de la poca democracia interna, del nepotismo patente y de los comportamientos mafiosos, lo veo difícil a día de hoy. 

Quizá en el futuro vuelva a tener esperanza para cambiar las cosas. Porque, me reitero: OTRO MODO DE HACER POLÍTICA ES POSIBLE.