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25.12.12

Feliz Natividad 2012:: El mundo no se acabó (todavía)



En estas fechas entrañables y señaladas es costumbre desear paz y prosperidad.

En estos tiempos revueltos, de crisitis y agitación, más que nunca es necesario hacerlo. Todos queremos que el 2013 sea, al menos, "mejor que el 2012"; que el desastre del despropósito económico y financiero pase cuanto antes... y que cuanto antes los que lo están pasando mal puedan olvidar estos malos momentos.

Pero ojalá no queden en el olvido estos años vividos, ni sus buenos momentos, ni sus lecciones. Que lo que hemos aprendido con la falta de bonanza material no lo echemos en saco roto a la primera de cambio cuando vuelvan a fluir los euros y los dólares.

Y, ¿cuáles son para mí sus enseñanzas?

Pues... que no es lo importante tener o no tener, sino poder COMPARTIR. Que la justicia y la dignidad no pueden entenderse bien sin la fraternidad humana.

Que no era necesario tanto derroche y despilfarro. Que es mejor RENUNCIAR a determinados caprichos que realmente no nos hacen felices ni nos sirven para nada.

Que la sociedad de consumo nos utiliza y los poderosos se sirven de nuestras buenas y malas pasiones para hacernos OLVIDAR lo verdaderamente importante.

Que, aún así, nadie nos puede quitar la ESPERANZA, la fe, el amor, la solidaridad. Que por muchas que sean las penas y los sufrimientos, hay una salida para todo.

Que la FAMILIA no cambia por fuertes que soplen los vientos. Que ella es el pilar de la sociedad y el refugio de los hombres y las mujeres de todo tiempo.

Que no es necesario el champange, sino la ALEGRÍA de compartir esa copa especial que sólo se saca en Navidad.

Que no hace falta que nos toque el Gordo de la lotería, sino que nos vale con que el mundo siga girando y NOSOTROS lo contemos.

Que la ILUSIÓN de un niño no depende de lo que estemos dispuestos a gastarnos para intentar saciar todos sus deseos.

Que lo que seguimos teniendo y disfrutando nos hace ser unos PRIVILEGIADOS y, dicho sea de paso, que hemos sido unos desagradecidos que no valoramos suficientemente los bienes  heredados, recibidos o acumulados.

Que las grandes cosas son las que están en el CORAZÓN, porque los pensamientos van y bien, nacen y mueren. Que el AMOR no acabará nunca, porque lo puede todo y da sentido a todo, siempre.

En definitiva, que son los valores y las realidades ESPIRITUALES - las más elevadas, las que están por encima de lo material y de lo mundano - las que nos hacen verdaderos hombres y mujeres del siglo XXI, independientemente de la tecnología, del desarrollo, de las ideologías o de los mercados.

Por eso, los que creemos que toda esta gran Historia de la Vida tiene un sentido y una meta, no podemos menos que hacer ver estas verdades, a la luz de la FE, en estas fechas en que recordamos que DIOS sigue naciendo, que quiere intervenir y hacerse presente en el corazón de cada hombre que quiera aceptarlo.

Sin duda con su bendición seremos capaces de transformar esta crisis maléfica y especulativa en una respuesta fraterna repleta de valores útiles para la construcción de una sociedad y un mundo mejores.

De nosotros depende el aprovechar plenamente esta oportunidad.
Paz, prosperidad y bien para todos.

¡Feliz Navidad!

10.12.12

El desprecio de los hombres... ¿nos acerca a Dios?


<< El que es el hazmerreír de su vecino, como lo soy yo, llamará a Dios y éste lo escuchará. Muchas veces nuestra débil alma, cuando recibe por sus buenas acciones el halago de los aplausos humanos, se desvía hacia los goces exteriores, posponiendo las apetencias espirituales, y se complace, con un abandono total, en las alabanzas que le llegan de fuera, encontrando así mayor placer en ser llamada dichosa que en serlo realmente. Y así, embelesada por las alabanzas que escucha, abandona lo que había comenzado.

Y aquello que había de serle un motivo de alabanza en Dios se le convierte en causa de separación de él. Otras veces, por el contrario, la voluntad se mantiene firme en el bien obrar, y, sin embargo, sufre el ataque de las burlas de los hombres; hace cosas admirables, y recibe a cambio desprecios; de este modo, pudiendo salir fuera de sí misma por las alabanzas, al ser rechazada por la afrenta, vuelve a su interior, y allí se afinca más sólidamente en Dios, al no encontrar descanso fuera. Entonces pone toda su esperanza en el Creador y, frente al ataque de las burlas, implora solamente la ayuda del testigo interior; así, el alma afligida, rechazada por el favor de los hombres, se acerca más a Dios; se refugia totalmente en la oración, y las dificultades que halla en lo exterior hacen que se dedique con más pureza a penetrar las cosas del espíritu.

Con razón, pues, se afirma aquí: El que es el hazmerreír de su vecino, como lo soy yo, llamará a Dios y éste lo escuchará, porque los malvados, al reprobar a los buenos, demuestran con ello cuál es el testigo que buscan de sus actos. En cambio, el alma del hombre recto, al buscar en la oración el remedio a sus heridas, se hace tanto más acreedora a ser escuchada por Dios cuanto más rechazada se ve de la aprobación de los hombres.

Hay que notar, empero, cuán acertadamente se añaden aquellas palabras: Como lo soy yo; porque hay algunos que son oprimidos por las burlas de los hombres y, sin embargo, no por eso Dios los escucha. Pues, cuando la burla tiene por objeto alguna acción culpable, entonces no es ciertamente ninguna fuente de mérito.

El hombre honrado y cabal es el hazmerreír. Lo propio de la sabiduría de este mundo es ocultar con artificios lo que siente el corazón, velar con las palabras lo que uno piensa, presentar lo falso como verdadero y lo verdadero como falso.

La sabiduría de los hombres honrados, por el contrario, consiste en evitar la ostentación y el fingimiento, en manifestar con las palabras su interior, en amar lo verdadero tal cual es, en evitar lo falso, en hacer el bien gratuitamente, en tolerar el mal de buena gana, antes que hacerlo; en no quererse vengar de las injurias, en tener como ganancia los ultrajes sufridos por causa de la justicia. Pero esta honradez es el hazmerreír, porque los sabios de este mundo consideran una tontería la virtud de la integridad. Ellos tienen por una necedad el obrar con rectitud, y la sabiduría según la carne juzga una insensatez toda obra conforme a la verdad. >>

De los libros de las Morales de San Gregorio Magno, papa, sobre el libro de Job. (Libro 10, 47-48: PL 75, 946-947)