En estas fechas entrañables y señaladas es costumbre desear
paz y prosperidad.
En estos tiempos revueltos, de crisitis y agitación, más que nunca es necesario hacerlo. Todos
queremos que el 2013 sea, al menos, "mejor que el 2012"; que el
desastre del despropósito económico y financiero pase cuanto antes... y que
cuanto antes los que lo están pasando mal puedan olvidar estos malos momentos.
Pero ojalá no queden en el olvido estos años vividos, ni sus
buenos momentos, ni sus lecciones. Que lo que hemos aprendido con la falta de
bonanza material no lo echemos en saco roto a la primera de cambio cuando
vuelvan a fluir los euros y los dólares.
Y, ¿cuáles son para mí sus enseñanzas?
Pues... que no es lo importante tener o no tener, sino poder
COMPARTIR. Que la justicia y la dignidad no pueden entenderse bien sin la
fraternidad humana.
Que no era necesario tanto derroche y despilfarro. Que es
mejor RENUNCIAR a determinados caprichos que realmente no nos hacen felices ni
nos sirven para nada.
Que la sociedad de consumo nos utiliza y los poderosos se
sirven de nuestras buenas y malas pasiones para hacernos OLVIDAR lo
verdaderamente importante.
Que, aún así, nadie nos puede quitar la ESPERANZA, la fe, el
amor, la solidaridad. Que por muchas que sean las penas y los sufrimientos, hay
una salida para todo.
Que la FAMILIA no cambia por fuertes que soplen los vientos.
Que ella es el pilar de la sociedad y el refugio de los hombres y las mujeres
de todo tiempo.
Que no es necesario el champange, sino la ALEGRÍA de
compartir esa copa especial que sólo se saca en Navidad.
Que no hace falta que nos toque el Gordo de la lotería, sino
que nos vale con que el mundo siga girando y NOSOTROS lo contemos.
Que la ILUSIÓN de un niño no depende de lo que estemos
dispuestos a gastarnos para intentar saciar todos sus deseos.
Que lo que seguimos teniendo y disfrutando nos hace ser unos
PRIVILEGIADOS y, dicho sea de paso, que hemos sido unos desagradecidos que no
valoramos suficientemente los bienes
heredados, recibidos o acumulados.
Que las grandes cosas son las que están en el CORAZÓN,
porque los pensamientos van y bien, nacen y mueren. Que el AMOR no acabará
nunca, porque lo puede todo y da sentido a todo, siempre.
En definitiva, que son los valores y las realidades
ESPIRITUALES - las más elevadas, las que están por encima de lo material y de
lo mundano - las que nos hacen verdaderos hombres y mujeres del siglo XXI,
independientemente de la tecnología, del desarrollo, de las ideologías o de los
mercados.
Por eso, los que creemos que toda esta gran Historia de la
Vida tiene un sentido y una meta, no podemos menos que hacer ver estas
verdades, a la luz de la FE, en estas fechas en que recordamos que DIOS sigue
naciendo, que quiere intervenir y hacerse presente en el corazón de cada hombre
que quiera aceptarlo.
Sin duda con su bendición seremos capaces de transformar
esta crisis maléfica y especulativa en una respuesta fraterna repleta de
valores útiles para la construcción de una sociedad y un mundo mejores.
De nosotros depende el aprovechar plenamente esta oportunidad.
Paz, prosperidad y bien para todos.
¡Feliz Navidad!
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