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21.2.07

Coherencia de vida

¿Qué entendemos por mantener una coherencia de vida? ¿Es importante actuar conforme a lo que pensamos o no? Si no lo hacemos... ¿terminamos pensando como vivimos? ¿Cuál queremos que sea nuestra conducta moral? ¿Debe seguir unos principios determinados?


El ser humano, cuando se siente vivo, busca desde lo más profundo de su alma la verdad, el bien y la felicidad. Desde que nacemos nuestra conciencia se forma a partir de dos realidades: una externa, de hechos y en relación con los demás, y otra interna, de pensamientos y sentimientos propios. Son la conciencia, la inteligencia y la voluntad las que nos van programando como persona y nos arman para enfrentarnos a los acontecimientos vitales, desde los más sencillos hasta los más trascendentales.

Pero nuestro programa de vida no está para nada depurado. Muy al contrario, solemos sufrir grandes desajustes entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Negar que esta es nuestra naturaleza sería estar completamente cegado por la autocomplacencia o el conformismo.

De hecho, uno de los pilares sobre los que se desarrolla el pensamiento cristiano es el de la conversión, es decir, la transformación del propio ser en discípulo de Jesucristo, seguidor de su persona y su mensaje. La condición de pecador no es otra cosa que este desajuste entre lo que el cristiano quisiera ser y lo que es. La conversión supone, por tanto, una reprogramación de las propias conductas para ajustarlas a las creencias que el cristiano profesa. Siempre es necesaria porque "nunca uno está del todo convertido" ya que ser cristiano es imitar a Cristo y, si así fuera, el discípulo llegaría a ser como el Maestro, el hombre viviría como perfecto hijo de Dios. Precisamente los santos son aquellos que con una gran humildad y capacidad para reconocerse pecadores han desarrollado una tremenda sensibilidad y profundidad en su conversión. ¿Se nota que hoy es miércoles de ceniza?

Sin embargo, a pesar del ímpetu que el cristianismo ha puesto en la conversión de las conductas morales, me parece que a comienzos del siglo XXI sigue siendo necesario plantearse y reflexionar seriamente a cerca de multitud de cuestiones contemporáneas que pueden poner en entredicho la coherencia vital del cristiano de a pie. Muchas de esas cuestiones tienen que ver con los descubrimientos científicos o con la moralidad permisiva de nuestros días.

Pero lo verdaderamente terrible es la práctica ausencia de búsqueda de coherencia en algunas de las otras corrientes de pensamiento: relativismo, ateísmo, utilitarismo, emotivismo...
¿Qué pasaría si un materialista, edonista y relativista decidiera llevar hasta sus últimas consecuencias sus creencias?

En mi opinión, la búsqueda de la coherencia debe suponer la confrontación de nuestra opción fundamental con toda la realidad que percibimos (la realidad infológica, toda la información de la que dispongo, tal y como la percibo). Mi inteligencia y razonamiento debería servir para reinterpretar cualquier información en base a mi opción cristiana y corroborar que la integridad de mi postura se mantiene. En caso contrario debería plantearme seriamente mi opción, sus consecuencias o sus limitaciones.

¿Qué ocurre si no depuramos nuestras propias creencias, si se pierde la coherencia?
Pues simplemente dos opciones: la farsa (lo que vivo es una mentira o un autoengaño que parcela la realidad en función de mis intereses) o la hipocresía (lo que vivo no corresponde con lo que creo).
De las dos, la hipocresía es sin duda la más interesante. Distinguiría entre el hipócrita que es consciente de su dicotomía y el hipócrita inconsciente, convencido de que lo está actuando del modo correcto. En cualquier caso hay que considerar que en el origen de toda hipocresía está la falta de valor que se concede a la propia creencia.

Termino considerando precisamente el apego a la fe adoptada. Dice J. Ratzinger que "al cristiano que está convencido de su fe y trata de vivirla con coherencia muy fácilmente se le tacha de fundamentalista". La interpretación correcta creo que sería establecer un grado de apego que va desde la absoluta indiferencia hasta el fundamentalismo, pasando por la tibieza y la coherencia sensata. El fundamentalismo supondría adoptar un único principio fundamental negando cualquier otro factor en nuestra conducta. Desde este punto de vista la búsqueda de la coherencia sería mucho más ecuánime.

5 comentarios:

DD dijo...

¿Por qué me preocupa tanto esto de la coherencia de vida?
Pues no hace falta ningún lince, sólo un poco de humildad:
debido a mi propia falta de coherencia.

No es fácil hacer lo que uno cree que tiene que hacer. Nuestra naturaleza está inclinada. Y esto va desde la vida cotidiana de casa hasta la forma de jugar en un partido de fútbol sala...

Anónimo dijo...

Puede que te estés perdiendo en el laberinto de los supuestos. La vida es real mientras la vivamos y ha de colmarnos de sufrimiento, alegría, vacío y de todas sus sensaciones. Pero míranos intentando defender multitud de teorías acerca de ella, como si de verdad importara o pudiera cambiar lo que hay debajo del pellejo.

Coherente sería no tener que pensar en la coherencia. Si nos sentimos obligados a encontrar excusas o verdades debe ser que de alguna forma queremos engañarnos. ¿No sería mejor afrontar el hecho de estar aquí de una forma más natural, más humilde?

Lo que necesitamos no es un manual de instrucciones para nuestras almas. Pedazo perversión, sólo faltaría ya que alguien patentara el concepto de patente... y después el de concepto, claro.

Háblale a un lince del reino de dios, verás que divertido. ¿Cómo puede ser que la inteligencia sea tan estúpida? No por creer, que va, sino por necesitar hacerlo.

Y ahora me pongo chavacano. Con lo que mola eso de la humildad, de considerar que no sabes una mierda. Y lo que se aprende con ello. Mira, si quieres llegar a eso de dios más vale que dejes de buscar explicaciones que te satisfagan y te bajes de la torre de marfil. Y si no lo consigues no pasa na porque el fracaso es la norma, pero al menos sé "coherente". ¿O aún crees que el que gana más premios es el que se sienta a la diestra del señor? ¿No le estarás confundiendo con el profe de turno? Ah qué necesidad de aceptación tenemos, y no de dios precisamente.

¡Quiérete coño! ;)

Besitos.

Anónimo dijo...

Vade retro ...
Los psicólogos lo llaman "proyección". Creo que se puede evitar, pero hay que estar muy pendiente para hacerlo. A pesar de tus argumentaciones, querido anonimokko, sigues exponiendo un régimen de vida-pensamiento propio, casi sin querer; casi sin poder evitarlo.

A. Es más fácil no pensar en ello.
B. Sólo hay que dejarse llevar por las sensaciones vitales.
C. Sería aberrante necesitar creer en una única moral verdadera ("manual de instrucciones").
D. Sé humilde, quiérete y acéptate como eres, sin pretender cambiar (convertirte: léase mejorar, evolucionar).
E. La vida es mucho más sencilla.

Sin duda es todo un plan perfecto para anonimokko, que trata de proyectar en los demás porque si fuera aceptado parecería más verdadero.

Estamos otra vez en la misma historia.
Desde mi opción cristiana:

A. No puedo dejarme arrastrar por lo fácil, lo cómodo. Leí este fin de semana que precisamente Jesucristo tenía la misión de hacernos tomar contacto con la REALIDAD.
B. Mi naturaleza pecadora me hace estar inclinado hacia el mal - es la configuración por defecto. Justamente no pretendo "dejarme llevar", ni caer en el emotivismo, sino luchar siempre buscando dar un buen uso a mi libertad.
C. Yo sí tengo una Verdad a la que me dirijo. Velada, misteriosa aún, ciertamente. He ahí el gran teatro del mundo.
D.Ser humilde, quererse y aceptarse es sólo el paso previo hacia el cambio de aquello en lo que erramos.
E. "El hombre que ha empezado a vivir seriamente por dentro empieza a vivir más sencillamente por fuera". Ernest Hemingway.

En definitiva, como ves, profe de turno no pero Maestro sí que tengo. No lo puedo ni quiero ni voy a negar.

Anónimo dijo...

Sabía que tu "fe" modificaba la manera de ver tu presente pero nunca imaginé que pudiera cambiar el recuerdo del pasado. Ya sólo te falta un poquitín para encontrar esa coherencia que tanto buscas.

Ánimo, lo lograrás.

DD dijo...

Nunca he tenido buena memoria, pero no sé a qué te referías exactamente.
De todas formas,... otro tema muy interesante: el de la memoria, la propia identidad y la inevitable conexion entre nuestro mundo interior y la realidad.