Que la educación sexual es necesaria nadie lo pone en duda. De hecho, los padres educamos a nuestros hijos desde su más tierna infancia con el único fin de que sean personas íntegras y, en la medida de lo posible, felices. Y de la vivencia plena y satisfactoria de la sexualidad depende una buena parte de la felicidad de cada uno.
Ahora bien, lo que no se puede entender es que se pretenda introducir de forma obligatoria un cierto tipo de "educación afectivo-sexual" en la que se da una visión muy parcial y determinada de la sexualidad. Ocurre igual que en caso de la supuesta "Educación para la ciudadanía", que ha demostrado ser más bien una herramienta de adoctrinamiento ideológico y político.
Y es que, ¿alguien me explica qué tienen que ver los afectos con los "juguetes eróticos" en los que se han centrado los "talleres de educación sexual" promovidos por el Consejo de la Juventud de Extremadura? ¿Es necesario o conveniente enfocar la sexualidad desde el punto de vista de "enseñar a masturbarse"?
En otras palabras, lo que asusta es dejar en manos de este gobierno la educación afectiva y sexual de nuestros hijos. Insiste hoy mismo la Ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, con su "queremos dar educación sexual en los colegios a partir de los once años".
¿Qué clase de "educación" se planea? ¿Cuál será el temario para nuestros hijos? ¿Estarán todos los padres de acuerdo con los contenidos o sucederá lo mismo que con EpC?
No hay más que remitirse a los antecedentes:
- Un gobierno que pretende barra libre para el aborto,
-que "protege" a las chicas de 16 años de sus padres,
-que ha fomentado el uso indiscriminado de la píldora del día después - minitiendo descaradamente en el panfleto oficial que divulga que "no es abortiva" y que "es un medicamento seguro"-,
-que equiparó el homomonio (léase, "matrimonio homosexual") al matrimonio de toda la vida,
-que enseña a los alumnos de EpC que "deben descubrir por ellos mismos cuál es su orientación afectivo-sexual" - si es necasario mediante prácticas sexuales con compañeros de distinto sexo-,
-que recomienda páginas web "educativas" donde se muestran técnicas de masturbación...
¿qué podemos esperar?
Como alguien dijo, esto es como encargar las fallas a maestros que enseñan a fabricar cohetes sin antes advertir de la naturaleza de la pólvora. O, si lo prefieren, como dejar en manos de Fitipaldi la educación vial.
Ante esta desgraciada situación sólo cabe una respuesta: seguir reivindicando que los padres somos los únicos que tenemos el derecho a educar a nuestros hijos según nuestras propias convicciones en todo aquello que atañe a cuestiones morales.
Dejen que seamos nosotros, miembros y miembras del PSOE, los que seleccionemos las manos con las que queremos contar en la educación de nuestros hijos.
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