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23.5.15

Cuestión de colores: mi reflexión en una jornada de reflexión.

¿Es simplemente una cuestión de colores? Las elecciones autonómicas y municipales son algo más que una antesala de las nacionales. El panorama que dibuja a Agenda mediática no me convence.
En Extremadura hasta hace bien poco pareciera que las votaciones eran cosa de tres: los verdes, los rojos y los azules-y-rojos.
Los verdes eran los más rojos, pero durante tres décadas fueron una minoría. Recibieron su nombre (y sus colores) de la necesidad de aliarse con todos los posibles (extremeñistas, ecologistas, librepensadores, etc.) para poder sacar algún escaño en el parlamento regional.
Los que iban de rojo pasión no lo eran tanto (al menos esa es mi sensación). Siempre pretendieron ser el "centro" y en cierto modo lo eran, puesto que cuando hay tres piezas lo más normal del mundo es que una quede en el centro. Su habilidad fue la de captar el voto de las clases sociales más bajas, que en mi tierra son -por suerte o por desgracia - la mayoría de las clases sociales.
Y, finalmente, los rojiazules que, aún siendo supuestamente los menos rojos de todos quisieron contentar al mayor número posible de votantes; un juego de equilibrista no exento de múltiples peligros.


En los casi veinte años de vida política que voy a cumplir como ciudadano con derecho al voto, podemos decir que la cosa había variado poco. Por supuesto, los partidos no han faltado como opción. Las papeletas las imprimen en igual número para todos... ¿no?
Pero si la transición democrática fue un boom de ideas, de partidos y de propuestas... los que hemos nacido en democracia no habíamos visto un florecimiento de variedades florales similar en el panorama de las encuestas y sondeos de voto.

Ahora parece que, de repente, el tablero se llena de nuevos colores:

· Para empezar, los que eran ya no son los que son. Los verdes se han pasado a su color natural (el rojo) si bien, en ocasiones, para no confundirse se visten de la bandera republicana (¡mucho mejor! - así los conocemos sin tapujos). Los rojos pasión se quedan en rojos muy rojos, hasta el punto que el puño es más rojo que la rosa, lo cual refleja bastante bien los derroteros por los que han discurrido en todo este tiempo (puño cerrao del mandamás y sendero comunista de los obreros). Y los azules se han vuelto azul-pitufo desaciéndose de toda reminiscencia rojiza; ahora vuelan alto y sus letras son más blancas y transparentes.

· Pero la corrupción política, las cosas de la crisis, la falta de distancia política entre los colores, los intereses mediáticos, los otros intereses mediáticos,... y una buena dosis de propagranda han sacado los colores a nuevas formaciones empezando por PODEMOS. Los de la coleta llevan el morado, lo cual viene a ser un rojo reconcentrado y extremista, tirando a enfadado (y sin despreciar el ramalazo republicano). Para ellos se ve que el rojo no es suficiente.
Algo así como "pa contrarrestar" - y viendo los efectos venenosos que podría tener para el sistema establecido la erupción púrpura - en muy pocos meses se decide dar un impulso a CIUDADANOS como cuarta pesa que equilibre una balanza incierta. Los naranjitos han llegado a España para ser los modernos anti-púrpura: formalitos, jóvenes pero sobradamente preparados y con un estilo mucho más 'serio' (sin coleta, vaya).

· Pareciera que ya está todo dicho. Que hay cuatro opciones 'mayoritarias' en la prensa. Sin embargo, nuestro presi decide hacer un "debate" a nada más y nada menos que 12 bandas en Canal Extremadura. Allí hay de casi todos los colores (incluyendo los "animalistas" - ¡ofú!).

Ahora bien. Basta con darse una vuelta por los programas electorales de los cuatro grandes (y tener en mente las medidas de los últimos gobiernos socialistas y populares en España y en Extremadura) para tener una sensación clara: la tendencia del cambio político arrastra a todos hacia la izquierda.

La ingeniería social ha funcionado muy bien en España. Ya nadie quiere ser conservador ("de derechas") porque no está bien visto. Desde la ley del divorcio, pasando por el aborto, el traslado de competencias a los territorios nacionalistas, las leyes de "igualdad" de género, las reformas educativas, etc.etc. ... ¡el impresionante "trabajo" del gobierno de ZP sigue en pie después de cuatro años sin apenas cambios!
Cualquier "vuelta atrás" - aunque sea hacia los valores que hemos aprendido de nuestros padres y abuelos - es vista como retrógrada. El partido "de la derecha" quiere ser de centro. Los nuevos partidos están "a la izquierda" de sus progenitores (los púrpura más rojos que los rojos y los naranja más rojos que los azules). La pigmentación se vuelve cada vez más "cálida".

Y digo yo... en el fondo, ¿no buscan los partidos contentar al individuo en lugar de a la socidedad? ¿Acaso buscan una Verdad o simplemente el voto? ¿Qué principios o valores se defienden?

El electorado católico tiene un serio problema para encontrar un partido político que respete los postulados de su fe - que mira que son pocos (familia, matrimonio hombre-mujer, defensa de la Vida, sexo con seso, libertad de educación, libertad de culto, Religión en las aulas, economía que defienda la dignidad de la persona frente a los intereses de los poderosos, bien común).
¿¿Entonces qué pasa con los colores??

Mi reflexión es esta: seguid buscando colores hasta que encontréis alguno que no os haga daño a la vista. Los hay. Pocos, pero los hay.  El voto no puede ser un voto "útil", esto es, un voto como el de el que hace un apuesta "para ganar". La premisa errónea funciona mucho: Si voto a un partido que "sé que no va a tener representación" entonces mi voto va a la basura. ¡Falso!

Cuando mañana vaya a votar buscaré el voto de la esperanza. Los hay verdes, roji-gualdas, naranji-morados,... incluso los hay sin presupuesto para logotipos. Pero nos hacen un favor muy grande poniendo su tiempo al servicio de un compromiso con la alternativa política.

Votemos a aquel partido que pensemos que puede defender mejor nuestras ideas o nuestros intereses sociales, económicos... políticos, en definitiva. No nos dejemos arrastrar por la Agenda.




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