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7.10.06

Trataré de explicarlo con un ejemplo: ¿Qué es esto?


¿Una simple moto?
Puede que sí... pero ¿qué es en realidad una moto?

La pregunta puede parecer peregrina pero, como casi siempre, si tiramos del hilo puede que nos sorprenda hasta dónde se puede llegar. Puede parecer una mala excusa pero verán:

En primer lugar, nuestra mentalidad occidental tiene una tendencia a la definición descriptiva: esto es una moto, que es un vehículo de dos ruedas, con motor de combustión... etc. Está bien. Pero llega un momento en que deja de ser interesante, aunque a veces no nos demos cuenta. Las descripciones suelen ser físicas, estéticas, funcionales, objetivas, teóricas.

¿Una simple moto?
Esta imagen la mandó mi hermano por correo electrónico con el asunto "Estoy enamorado". Se trata de una moto muy especial, una réplica de la Ducati de competición que llevan Capirossi y compañía en las carreras pero puesta en la calle. Sólo se van a construir unos cientos de unidades en todo el mundo. Yo no tengo los detalles, pero sin duda no es "una simple moto". Supongo que cada moto será especial por algo.

Con todo esto quiero añadir a la reflexión el grado de profundidad con el que solemos analizar el mundo que nos rodea. La realidad es tremendamente compleja y nosotros creemos que podemos simplificarla hasta límites increíbles a cambio de nuestra falta de conocimientos o de interés por los detalles.

El reconocimiento de la propia ignorancia y el interés por la profundidad espero que sean un común denominador de mis reflexiones compartidas.

¿Una moto qué es?
En mi familia siempre hemos sido moteros. No es casualidad que mi hermanito sienta amor por la máquina de más arriba. Las personas tenemos más sentimientos que razones. Mi padre escribió un libro durante su convalecencia de cáncer de pulmón; es para leerlo. Su pasión por las motos es la que hemos heredado nosotros. En uno de los momentos de su libro (y de su enfermedad), después de contar una salida con la moto y describir las sensaciones únicas que le hacía vivir, llegar a decir que "pienso en la nueva moto que me gusta, si quiero seguir viviendo es por comprármela. De locos".
Sin duda exageraba, ... ¿o no?. Esto que llamamos moto puede llegar a ser "el sentido de la vida" bajo determinadas condiciones en determinados momentos.

¿Hasta dónde se puede llegar?
Pues es, en definitiva, hacia donde quiero ir. Ocurre que si nos paramos a pensar casi cualquier cosa puede ser motivo de un hilo de preguntas interminable. Y al final -a mí me pasa- siempre despunta queriendo o sin querer la opción fundamental.

Allí donde se acaba lo descriptible, donde termina lo razonable... aparece la creencia, la fe. "¡¡Está loco!!"-dirán. "¿Qué tiene que ver una moto con la fe?".

Pues mucho. Si mi opción fundamental es la de ser creyente-cristiano-católico o si es cualquier otra las respuestas últimas cambian. Para un cristiano el motociclismo, como el resto de realidades, ha sido idea de Dios - permítanme la expresión. El hombre ha colaborado, claro está, pero de la misma manera que los mecanismos de la evolución en el caso de la vida. Una moto es como es porque los principios fundamentales de la física y de la "realidad" así lo determinan. Por ejemplo, el concepto de rueda que existe mucho antes que las ruedas mismas, o la longitudinalidad de su ser, que es provocada por el espacio en tres dimensiones.
Supongo que me explico. Si la luz va delante, "es por algo"; cuando estudié biología de la evolución nos contaron cómo los órganos sensoriales se agrupan en la parte delantera de los seres longitudinales y las vías de desecho lo hacen en las traseras... ¿ven?.
Si para tomar las curvas hay que inclinarse para contrarrestar gravedad e inercia, "es por algo"... y así podría seguir.

Y si soy cristiano tengo que pensar que todos los "por algo" tienen su origen en la mente de Dios. "Él ya lo había planteado así". Todo lo demás son consecuencias lógicas y colaboración del hombre con su creador.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Primero vi una moto. Luego después de tu invitación a mirar más allá vi un escaparate publicitario. Finalmente caí en la cuenta de que hay un color rojo muy especial...

Una moto, un cristiano. Qué de cosas podemos ver en ambas imágenes.

Ahora no puedo dejar de preguntarme qué es realmente un cristiano, o determinado cristiano. Por mucho que haya cabilado al respecto siento que no llego a tocarlo, a llegar a esa verdad final que no me pertenece a mí ni tampoco a los demás sino que es tan sencillamente elegante que resulta imposible de ignorar.

Pero por tus escritos debo hacer una matización personal. Además de cristiano pareces una mente intranquila, algo que puede aparecer en cualquier persona independientemente de la "opción fundamental" que haya tomado. Eso, para bien o para mal, seguro te planteará problemas.

La intranquilidad por ejemplo. Saber en qué crees y sin embargo necesitar ir más allá porque no te sientes satisfecho con la mera creencia. Querer comprender, querer descubrir, trascender...

Supongo que si lo haces sin llegar a cortar el vínculo de tu fe origen puede ser tan emocionante como esos astronautas que, unidos mediante su cordón umbilical a la nave nodriza, se enfrentan al inmenso e impepinable vacío que gobierna el más allá. Mas debo preguntarme hasta dónde se puede llegar sin renunciar a esa dependencia llamada voluntaria.

Según el libro de reglas no hay nada más allá del dominio de la fe que sirva para los fines ulteriores de los creyentes o, dicho de otro modo, desvincularse solo puede tener un objetivo legítimo: volver al vínculo.

Resulta lógico ya que la fe cristiana se basa en asumir que ese vínculo existe desde que somos concebidos y que, prácticamente, lo único que tenemos que hacer es mimarlo y permitir que crezca. Desde esta perspectiva no hay razón alguna para conocer los recónditos secretos de la existencia, bastará con que cuando muramos vayamos al cielo, más o menos a la diestra del Señor, donde los misterios dejarán de ser tales.

Llamémoslo deporte entonces, una actividad complementaria para satisfacer esa necesidad de iluminación sin apartarse del candil que ya nos alumbra. Vaya, visto así da la sensación de que o ese candil es imperfecto o que no llegamos a percibir toda su luz. ¿Sería ese apartarse momentáneo un sano error para poder llegar a apreciar en toda su inmensidad la luz de ese candil?

La fe responde que sí mientras la duda dice que debes experimentarlo por ti mismo. En cualquier caso tus argumentos, por muy "politicamente" correctos que sean, inspiran una semilla de duda que no puede ser ignorada.

¿Cómo sabe un creyente que su fe es auténtica? Principalmente porque otros afirman que sí, he aquí nuestra naturaleza más gregaria. De nuevo esa sensación de ser reconocido por el grupo y de crear una realidad que nos resulte confortable cuando sintamos esa sensación de que el vacío caótico nos rodea.

Si dios quisiera que el hombre volara le habría dado alas, pero el que le diera la capacidad de reinventarse a sí mismo y a su pasado es cosa del diablo. No quiero cebarme en incongruencias, que las hay. Mi intención es plantear hasta qué punto la fe puede ser una trampa o una salvación.

Una vez conocí a una joven aterrorizada por el concepto de infierno, tanto que hizo que me planteara seriamente mi elección. Si te obligan a elegir entre el cielo o el infierno la opción suele ser obvia pero el mismo hecho de plantearla me hace sospechar, demasiado. Parece una pregunta con trampa.

¿Hasta qué punto el dios en el que creemos es el verdadero o un ídolo más? Creo que toda humildad reclama que cada creyente se haga esta pregunta, siendo yo el más egocéntrico al proponerlo.

DD dijo...

Pero, entonces, ¿conseguí explicarme con el ejemplo o no?
Me halaga que me llamen "mente intranquila". Parafraseando a San Agustín diría:
"Nos creaste, Señor, para tí y mi corazón no descansa hasta que repose en tí".

¿Es la duda un impedimento para la fe? ¿La razón y la fe están enfrentadas o pueden coexistir, ir juntas de la mano?

Mi fe es firme: mi opción fundamental está tomada. Mi fe es histórica (real como acontecimiento en la historia al que hay que dar respuestas) y, por tanto, siempre seguirá siendo válida.

¿Qué o quién puede impedirme el uso del razonamiento, de la crítica, de la ciencia, de la filosofía o la teología?

Es el conformismo el que nos transforma en seres estancados, independientemente de cuál sea nuestra opción fundamental.

Anónimo dijo...

Muchas religiones temen a los ídolos ya que, de alguna manera, emulan el poder de dios hasta el punto de poder obrar milagros.

Los musulmanes son bastante puristas y prohiben terminantemente toda representación explícita de dios y de su llamado último profeta, no sé si también de los anteriores. Cada hombre, en el sentido masculino, debe llegar a dios a través de la oración inspirada por las sagradas escrituras coránicas, mientras mujeres y niños toman como referente su cultura y la palabra del padre. Aún sin "Iglesia" los creyentes pueden compartir su oración y su conciencia con sus hermanos no importa si es en una mezquita, tomando el té o sentados a orillas de un arroyo bajo la sombra de los árboles. Eso según tengo entendido.

También recuerdo en mi ignorancia que en el antigo testamento alguien inspirado por ese dios combate la idolatría. ¿Era Moisés? Al menos todos parecen aceptar que la cultura y sus canales de transmisión incluidos los escritos son un medio adecuado de mantener la verdad de la fe entre las generaciones. La llamo verdad porque cualquier concepto que sea objeto de creencia resulta real para la persona que la profesa.

Personalmente creo que la Iglesia Católica no sólo ha promovido el empleo de ídolos bajo su control sino que además se ha convertido ella misma en un ídolo que, sin llegar a suplantar a dios, ha asimilado gran parte de esa comunicación divina para sí. El motivo alegado es que sólo así puede preservar la fe pero da la sensación de que siglo tras siglo su mayor objetivo es preservarse a sí misma. Es una justificación recurrente de alegaciones válidas ya que al perdurar ella puede seguir protejiendo la fe pero vana en su propia recurrencia.

Como he dicho esta es mi opinión y está basada en mis percepciones. Otra persona con otra perspectiva puede verlo completamente distinto. En ese caso me gustaría conocer sus motivos para poder contrartarlos con los míos y con suerte seguir creciendo en este aspecto.

Si tu opción es ésta y has decidido hacer uso de la razón me encantará leer tus comentarios al respecto cuando decidas escribirlos.

:)

Anónimo dijo...

Dijo Dani: "Y si soy cristiano tengo que pensar que todos los "por algo" tienen su origen en la mente de Dios. "Él ya lo había planteado así". Todo lo demás son consecuencias lógicas y colaboración del hombre con su creador."

Estoy de acuerdo solo a medias. Mi opinión es que Dios puso la sustancia y a partir de ahí, lo demás. Desde ahí, nuestra libertad.
La "mente" de Dios conocerá el devenir de las situaciones y, pudiéndolo todo, se abstendrá de meter el dedo, por no exhibirse y por no restar credibilidad a la capacidad humana.

Eso no quiere decir que se echara a dormir desde la Creación. Mi opinión es que lee las circunstancias y actúa donde "se le llama", según las distintas formas de llamar.

Sobre el estado de eterna busqueda de Dani, me parece que el paralelismo que se ha puesto con el astronauta es perfecto. Cada uno recorre un camino, pero unos lo trazan y otros andan sin rumbo (sin que ellos lo sepan, posiblemente manteniendo un buen sentido y quizás sin saber que tienen la opción de perderse) tan solo porque el eje espacio-temporal les obliga. Trazarlo no implica hacerlo bien, pero significa tomar opción por algo y, para ello, haberse preguntado que ruta es la certera. El siguiente paso dará paso a uno ulterior, no hay más.

Hay muchas decisiones mayores y muchas menores. Dani sigue una mayor, la que rige su vida, la del cristianismo, y en esa vía va circulando desde hace tanto tiempo y con tantas respuestas dadas a su favor, que no ha aparecido el mínimo atisbo de cambio. Otros se pasan la vida como Unamuno, dudando entre las grandes decisiones, entre las grandes vías. Y claro cambiar de carril en una autovía es fácil, pero cambiar de autovía sobre la marcha genera graves conflictos. De ahí la seguridad de Dani.

Sobre la referencia a que Dani está influido a pensar algo antes de que su propio cerebro lo digiera... no estoy seguro, pero puede que sea cierto. Es lo bastante inteligente como para autoengañarse y no darse cuenta (jeje). Es bastante viable creer que asume la respuesta y, a posteriori, encuentra la explicación. En nuestra incapacidad de demostrar cuales son las verdades verdaderas reside la posibilidad de abrir el abanico de respuestas creibles. Después todo queda a la capacidad demagógica del defensor de cada postura.

Mi miedo es confundir la autovía con el modo de conducir por ella. Mi intención es no salirme del asfalto, y por ello me "asocio" a una de las grandes academias de la conducción, la que considero más acertada. Pero cuando estimo que uno de los puntos de sus normas de circulación es erróneo, me detengo, lo estudio y si sigue pareciéndome erróneo lo transgredo y propongo una subsanación de errores a la Academia. No me salgo de la Academia, busco su mejora, pero anteponiendo la lectura de mi camino por la autovía que evalúo más correcta. Posiblemente la parada sea excesiva en muchos casos, puesto que lo necesario es avanzar y las equivocaciones tienen solución, más o mejor compleja según cada caso, pero es cuestión de buscar el desvío que me redirija en la vía. Suele ser más recomendable rectificar que continuar parado sin saber por donde ir.

Sé que en mi primera participación en este blog he hablado de todos los seres vivos en lugar de enfrentarme a la especie en cuestión. Espero no picotear por tantos sitios la próxima vez y centrarme en la especie a la que el creador del blog haya querido "enfrentarse".

Con mi carta de presentación he mostrado una de las características que más me define, aún más indeterminación que inquietud.

Un saludo Dani, gracias por invitarme a participar de tus ideas.

DD dijo...

¡No era mi intención adentrarme, todavía, en el increíble pero imprescindible tema de la interacción entre Dios y la realidad!. Vaya manera de empezar, ¿eh?. Uf.
No, simplemente apuntaba a que si Dios es el creador de todo lo visible (incluye la sustancia) y lo invisible (incluye las leyes a las que está sometida la sustancia), sin duda la realidad es como es a consecuencia lógica del devenir. Cuando digo que "estaba en la mente de Dios" quiero decir que ese devenir -para nosotros histórico- debía estar ya previsto de alguna manera. ¿Sabía Dios que nos inventaríamos la moto? Probablemente sí. Y tal vez no porque "adivine el futuro", si se me permite, sino porque si ponemos en la ecuación hombre, inteligencia, rueda, montura, gravedad y fuerza centrípeta, inclinación, motor, superficie, etc... al final obtendremos inevitablemente... la moto. ¡Viva el motociclismo! (¡qué tiempos aquellos de llevar a la novia en moto! :D)

En cuanto a los símnbolos en la Iglesia, la 'inscripción en una Academia con sus normas' y el viaje por autovía, está claro que nuestra tendencia es, por un lado, a dejarnos llevar-guiar y, por otro, a influir en los demás.
¿Suplanta la Iglesia a Dios? ¿Se ha convertido en la Academia provista de autojustificación recurrente que se presume?
Sinceramente, desde mi visión creo que una religiosidad sin Dios, un cura sin Dios, un teólogo pensador sin Dios que busca el éxito, un Papa sin Dios que se sienta líder,... sería lo más triste y lamentable. Un autoengaño inútil e insatisfactorio. ¿Para qué? ¿Para perdurar? Para eso no hace falta tanto luchar contra uno mismo, tanto buscar el camino de la conversión, tanto defender las ideas propias, ¡qué va! Para perdurar sólo hay que dejarse arrastrar.
Ciertamente, los que critican la postura de la Iglesia son los que atribuyen a sus miembros la intencionalidad propia - de verse en su posición - proyectando sobre ella el pensamiento que prescinde de la fe en Dios.
¿Acaso alguien puede seguir pensando que yo voy a la iglesia a ver lo que dice el sacerdote? ¿Que los cristianos nos quedamos en los asuntos eclesiales o en una religiosidad vacía de contenido?
No. Por lo menos no en mi caso. Para mí, la Iglesia - de la que me siento parte- es a la vez un medio y una comunidad/familia, pero siempre de cara a Dios, no para quedarse en la auto-confirmación o en la auto-justificación.
Por cierto, el mismo Jesús dejó plantada la semilla de la crítica al fariseísmo y al maniqueísmo. "Tús serás la piedra sobre la que fundaré mi Iglesia", pero "no hagáis vosotros como los reyes de los pueblos o como los escribas que los tiranizan y les ponen todo tipo de trabas".
(Nadie dice que el ser cristiano implique directamente el estar más cerca de Dios).