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12.5.16

Por qué fe y razón son compatibles: la paradoja de la paradoja (II).

Hace ya casi una década me atreví a publicar en este blog una justificación sobre la compatibilidad de fe y razón. Releyendo la entrada - por motivos que no vienen al caso - me parece ahora que mi exposición fue bastante enrevesada, si no torpe. Así que ¡voy a intentarlo de nuevo con algunos años más de práctica en el oficio!

Lo que pretendo exponer es la tesis de que la supuesta oposición entre fe y razón no está justificada. En general, tal y como decía en la entrada original, "se entiende por razón o racionalismo a la búsqueda de la verdad mediante el pensamiento lógico a partir de realidades contingentes (...), mientras que la fe sería la aceptación de creencias o principios que no pueden ser demostrados ni refutados" empíricamente. Tras esta concepción está la influencia del filósofo David Hume , que fue quizá el primero en plantear (con permiso de un vago nominalismo medieval) que "sólo existen las impresiones sobre los sentidos, que forman las ideas", sin que podamos aceptar una metafísica que sustente otras realidades ajenas a nuestras percepciones.

La idea es buena, aunque rápidamente generó en una corriente conocida como materialismo (la materia es la que condiciona lo que somos y lo que pensamos) y este materialismo en un cientifismo ateo (puesto que las realidades trascendentes no son materiales).

Pero el problema es que la ciencia es sólo una parte del conocimiento. El método científico, sustentado por la razón, se basa en una metafísica "de las costumbres" que diría Descartes. Pero no investiga los principios universales per sé, sino su existencia como fenómeno y sus características. Sabemos que existe la gravedad, podemos intentar explicarla, cambiar el modelo de ley (del éter de Newton a la deformación del espacio-tiempo de Einstein) pero lo que nunca se cuestionará la ciencia es por qué esta realidad y no otra. ¿Por qué dos cuerpos se atraen en lugar de repelerse? ¿Por qué existen dos polos magnéticos y no cuatro? Etcétera.

Se podrá argumentar que aún así, donde no llega el conocimiento científico, sí que puede hacerlo la Filosofía. Sin embargo, después de miles de años de historia, aún no existe un planteamiento filosófico que logre explicar mediante la razón todas las cosas. De hecho, al saberse limitada, esta disciplina derivó en los dos últimos siglos hacia corrientes de otro tipo, lejos de la metafísica, como en el caso del Marxismo. Es famosa la cita de Marx: "Hasta ahora la filosofía ha tratado de comprender el mundo, ahora es hora de que lo transforme". Es decir, que ni el pragmatismo, ni el nihilismo, ni el vitalismo, ni ninguna otra corriente de pensamiento presenta unos principios antropológicos claros que anulen la posibilidad de una fe cristiana. Dicho de otro modo: la sola razón no basta para justificar los principios racionales por los que uno necesariamente opta. Y si la fe fuera incompatible con la razón, la razón debería poder demostrarlo de un modo irrefutable.

Porque, en definitiva, de lo que se trata es de que la fe es algo razonable. Si la fe negara la razón cualquier fe sería válida. Recientemente me acusaron de proponer la "inversión de la carga de la prueba", algo así como "Los dragones existen, sino es así ¡demuéstralo!". Efectivamente, si cualquier fe es válida pueda sin estar escrutada por la razón uno podría creen en dragones, magia, duendes o unicornios sin darse cuenta de su error.

Pero el error de este argumento, que es a su vez la justificación de este artículo es el hecho de que la fe cristiana se basa en la revelación de Dios. Entonces, si el hombre sobre la faz del planeta Tierra ha recibido - o cree recibir - un mensaje de revelación de parte de Dios... hay que tamizar este supuesto con la fuerza de la razón. Dicho de otro modo: la sola fe no basta para justificarse.

Es aquí donde aporto mi argumentación. Dios se ha querido revelar pero no de un modo completo y definitivo, irrefutable. ¿Por qué? Pues porque nos quiere libres. Es la libertad la que justifica el hecho de que la revelación sea incompleta, un "sí, pero todavía no".

Dios se revela mediante el dominio y la negación transitoria de sus propias leyes, demostrando así que ha sido Él no sólo quien las ha creado sino quien las sostiene. En su máximo exponente esta manifestación divina termina así:

Un hombre crucificado y, una vez muerto, atravesado por una lanza romana, no puede estar a los dos días paseando y comiendo pescado como si tal cosa. ¡Es algo que "no puede ser"! Claro, no puede ser... a menos que sea el mismo Dios el que está detrás. 

Así es como la razón remite a la fe. La razón sustenta la fe, desde el hecho de lo imposible, de lo irracional, del ser testigos de una realidad trascendente. A partir de ahí el hilo es el del testimonio y la tradición. Cada uno de nosotros somos perfectamente libres de creer o no creer (otro misterio, que aún está por ser probado o refutado mediante la razón).

Si no fuera así, si Dios no nos hubiera dado las dos alas, la de la fe y la de la razón, nuestra vida sería mucho más insípida, quizá.



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